sábado, 7 de abril de 2012

tempestad

Es raro como dos personas cambian después de que la tempestad los alcance, como la gente juega con un charco o empujando un árbol para que aquellas gotas que están atrapadas entre las hojas sean libres.
La niebla lo tapa todo haciendo que a los humanos nos cueste ver y eso hace que se me dibuje una sonrisa en el rostro.
¿La cosa más curiosa? Que a casi nadie no le gusta la lluvia, y a mi esta me provoca satisfacción, anhelo que las traviesas gotas de agua se entrelacen en mi cabello y que luego ese resulte húmedo o incluso mojado.
Después llegas a casa y tienes ganas de salir a la calle, mojarte y volver a empezar, creando un bucle.
Miro la calle, el viento sopla y eso provoca que las hojas dancen sin ningún fin.
Miro la luz de las farolas que iluminan toda la ciudad y veo como crean pequeños hilillos que me recuerda a la iluminación del sol en pleno verano.
Mi pelo mojado, mi cuerpo helado del frío y el agua… mi mente me pide que salga y juguetee con la lluvia.
Observo a la gente que va fumando y veo como el humo se disuelve por las avenidas.

La gente va con paraguas ¿Por qué? Así no se puede disfrutar de las pequeñas cosas que nos ofrece la naturaleza. La música suena en mis oídos y eso hace que no pueda oír el ruido de la metrópolis  que me rodea.
¿Mi lugar perfecto? Un sitio donde sólo se puedan oír las gotas que caen del cielo.
¿Un bosque? Tal vez, pero yo diría más la montaña dónde después de un día lleno de nubes que tapen toda luz proveniente del sol, se vean las estrellas que ocupan todo el cielo.

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